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Se puede ser sembrador de rugby con valores desde cualquier puesto
Todos y cada uno de los que formamos esta familia podemos y debemos ser sembradores de rugby con valores.
Desde el lugar que te toca... solo basta que lo desees ... devolverle al rugby lo que el te dio es una obligación.
por eso desde hoy se suma a este blog Mariano Mariosa un gran hombre de rugby que escribe maravillosamente!!!
A quien desde ya agradezco su participación
José Benza un hombre de rugby que va sembrando valores
Lo conocí de joven y así con sonrisa franca y calma la mirada lo vi crecer y formarse como hombre de rugby y a su vez enseñar buen rugby predicando con el ejemplo, rudo en la cancha pero de juego
leal así como el rugby lo enseña. SE destaco siempre como jugador, entrenador o dirigente , gran valor del Santa Clara Y de la Selección paraguaya , el el único de aquella gira a Sudáfrica en el
89 que volcó la enseñanza en el rugby paraguayo por varias generaciones sin pedir nada a cambio ni creerse superior a nadie, un verdadero ejemplo de todo lo bueno que tiene el rugby,amistad
y valores .
Amor por el rugby y la familia, formador de rugby en todos lados , acá con su hija Cecilia gran valor del rugby paraguayo, que sigue las huellas de su papa, con altura y dignidad. Grandes del
rugby, grandes ejemplos.
Desde el sur del país , creciendo cada día
Miguel Pereira Penayo un medio muy entero
Uno de los fundadores del rugby del sur , del interior y de varios clubes , comenzó con el Encarnación Rugby Club de ahi fue a san Roque y a fundar Itapua Rugby (Caranchos) siempre
acompañando y enseñando , uno de los mejores medio scrum que tiene Paraguay. Amigo, entrenador y maestro del rugby bueno el que se juega en tres tiempos y pone la amistad en primer lugar
Los jugadores de rugby somos distintos
Por Marcelo Mariosa
Nosotros, los jugadores de rugby, somos distintos. Por afuera, parecemos casi iguales a la gente común, pero no lo somos. La gente común no se tira a derribar al oponente que carga la pelota. No
se arroja de cabeza a recuperar una pelota suelta. No empuja junto a muchos en un amontonamiento.
Nosotros somos distintos. Pero somos distintos porque decidimos en algún momento ser parte del rugby y hemos entrenado duro, noche tras noche, dejando casa y familia. Somos distintos porque aún
lesionados, estamos listos para jugar.
Somos distintos porque no queremos héroes solitarios, sino que esperamos que el equipo se convierta en héroe. Porque nos hace felices pasar una pelota para que mi compañero haga un try, tanto,
como si lo hubiésemos apoyado nosotros.
Somos distintos porque entendemos del esfuerzo, de la lucha, de cumplir las reglas. Sabemos de dolor y de trampas, pero elegimos transitar el camino correcto. Tenemos adversarios, pero no son
enemigos.
Y entramos a la cancha a ganar, o al menos, a dejar el corazón en cada tackle, y el alma en cada avance. Somos luchadores con coraje. Somos un puño, firme y duro, cuando los dedos son débiles si
están separados.
Y en cada día de partido nos tomamos la obligación de cumplir el rito de mostrar todo lo que tenemos, de no dudar en cada acción y para demostrarnos de qué estamos hechos: de puro rugby. De éso
estamos hechos.
Cada tackle debe ser demoledor. Cada corrida como si fuera la última. Jamás claudicar. Jamás ceder. Si hacemos ésto, entonces estaremos cumpliendo con todo aquéllo que los demás esperan de
nosotros, y que nosotros esperamos de nosotros mismos: ser jugadores de rugby.
Y eso, es un regalo de la vida.
Lo Tuyo, Lo Nuestro
La Pluma del Ruck
El viejo juego de la ciudad de Rugby ocupó y ocupa un lugar importante en mi vida. Siempre trato de explicar que no se es parte del rugby por ser un jugador, porque existe mucha más gente que
participa. Ya no hablo de entrenadores, los cuáles, en su mayoría, han sido jugadores, sino de más gente que colabora de diferentes maneras, y que nunca ha jugado. Managers, profesores de
educación física, los empleados del club en cualquiera de sus facetas, desde el "canchero" (que nunca es uno sólo) hasta el que cuida los vestuarios, los de la administración o los muchachos que
cuidan los accesos. Todos jugamos.
El sábado me cruzaba con uno de éstos "jugadores" anónimos, que están onmipresentes sin que nosotros nos percatemos mucho de ellos, y son los que guardan los elementos, arreglan el piso de la
cancha que nos empeñamos en destrozar y sufren como locos cuando no llegan a repararlo. Son los que nos aseguran que haya agua caliente, que la luz funcione y que todo esté en su lugar. Al
cruzarme con el Toto, este venía nervioso, como pibe que debuta en la primera, y me pregunta: -"¿Ganamos hoy?". Qué pregunta tan interesante, y no por saber el resultado. Toto juega con los
"pibes" y empuja tanto como nosotros. Luego se pone en la puerta de acceso a la cancha y desde ese rincón sufre como todos, y se alegra si ganamos y se amarga si perdemos.
Ángel "Papuchi" Guastella decía que el rugby, como la vida, es incómodo, y exige mucho sacrificio para conseguir las cosas. Pero todo comienza en el Club de cada uno. Y somos nosotros, los
jugadores que ya no jugamos, los que tenemos que estar, en parte para devolver algo al juego que nos dio tanto y ocupó tanto espacio en nuestras vidas, en parte para ser generosos y regalarle a
los chicos todo eso que nosotros llegamos a vivir. La enseñanza viene con el ejemplo y éste con la presencia. Y si nosotros no estamos, no van a venir de otro club a ocupar nuestro lugar: queda
simplemente vacío.
A veces, y a mí me ha pasado, uno se aleja un tiempo del Club porque la vida te va arrastrando; a otras ciudades/países o trabajos que te exigen tanto que no te queda resto. A veces los propios
problemas de la vida te hacen automarginarte, aunque los amigos te repitan una y otra vez que el club es el refugio perfecto y conocido donde abrigarse cuando el frío de la vida te sacude.
Decía un amigo que después de un largo tiempo volvió a su club un sábado a la tarde a disfrutar de un partido, de sus viejos camaradas y de los adversarios que tantas veces había enfrentado. Y
con un dejo de dolor, me decía.-"Cuánto tiempo que he perdido sin venir"-. Y el tiempo perdido no se recupera.
El Club sos vos, somos todos los que estamos y cuando te das vuelta, no hay otros. Asi que si por alguna razón no están yendo, es hora que empezar a dar el presente, a ir a cenar los jueves, a
estar presente en los partidos que puedan. Porque hay que enseñar desde el lugar que te toque y jugar, aunque se cambien quince, jugamos todos.
Porque el ejemplo a los más chicos, se da con las acciones, y no con las palabras.
Marcelo Mariosa
Mariano Mariosa hombre de rugby y de letras escribe desde "La Pluma del Ruck"
Las Nuevas Reglas - La Pluma del Ruck
El rugby es un deporte muy antiguo que nació para fortalecer a los deportistas que lo practicaban. Primero
fueron los griegos (o al menos sobre los que seguro tenemos historia escrita que lo prueban) pero claro, no se llamaba rugby porque la ciudad de Rugby no existía todavía. Se llamaba Phaininda y
la pelota era pequeña, una especie de envoltorio de cuero, pero el desarrollo era muy similar a lo que es el rugby. Luego los romanos se adueñaron del "juego de la pequeña pelota", ahora llamado
Harpastum, y lo practicaban las legiones a modo de entrenamiento, y se sabe que cada tanto había algún muerto por la violencia del juego.
Se supone que los romanos en su estadía en las islas británicas dejaron ese deporte viril, que luego fue
tomando forma a través de los años hasta llegar a la historia de se cuenta, aunque sea dueña de una verdad parcial.
El Viejo Juego ha ido cambiando de reglas a lo largo de su historia, tratando de mejorar la belleza y la
velocidad del mismo. Cuando yo jugaba, sobre todo en los equipos superiores, todo era un poco y bastamte más violento que ahora, ya sea porque se entendía que el juego era de esa manera y se
permitía y porque, también hay que decirlo, los referees "miraban" otras cosas. Así, había más roscazos que ahora (y nadie te filmaba y los lineman eran uno de cada bando) y como no había
cambios, los lesionados trataban de quedarse en la cancha, aunque sea parados de wing, para hacer bulto, y la respuesta del otro equipo era poner la primer pelota posible arriba de la cabeza del
lesionado.
Antes era común que los segundas líneas "trompearan" a algún primera línea adversario. El día que, por razones
tácticas, debuté como hooker "arriba", tuve el tupé de talonear mis dos primeras pelotas propias y otras tantas del pack adversario. Era demasiado joven y no sabía que iba a venir el piñazo que,
como decía el Mosca, había que cerrar los ojos para creer así te dolía menos. Como había mucha oportunidad de maul (o montonera, como se le decía) si vos entrabas en contacto con el adversario en
disputa con la pelota, era seguro que te iban a dar vuelta los dedos, para que sueltes el útil. Así quedaron los míos y reconozco haber sido un especialista en tales lides y tuve que aprender a
proteger la pelota de tal manera que no me arranquen los dedos.
El juego ha cambiado. Ahora cuando vas a pescar antes que se convierta en un ruck, vienen uno o dos
adversarios y, entrando por un costado, te pueden sacar como si fueras de goma espuma. Pero eso no se cobra. O los que se tiran sobre el ruck, para "limpiar" la pelota y caen den otro lado,
"tapando" la disputa o un contra ruck. Eso tampoco se cobra.
En el rugby están las infracciones que el referee puede ver y las que sabe ver. Y le quedan en el tintero las
que no sabe ver y las que no puede ver. Y como a todos nos parece importante que el juego sea pleno de justicia de la buena, esperamos y creemos que los referees estén debidamente capacitados
para cumplir con el reglamento, ese reglamento que te obliga a transitar al borde de la buena intención y que te enseña a comportarte dentro de los límites de reglas preestablecidas. Luego sí,
aceptar a quien lleva adelante el cumplimiento de la ley con máximo respeto, aún sabiendo que se equivocan. Y podemos recordar el mágico empate entre los Blacks y los Lions, en Nueva
Zelanda.
Hay reglas nuevas y otras que no se cumplen aunque estén escritas, porque los referees ponene sobre la mesa su
interpretación de lo que está sucediendo en el campo de juego. "Lo que es maul muere maul" es un dicho interno del rugby pero claro, no es "maul" hasta que el refereee así lo declare. Y yo creo
que el tipo no puede estar todo el tiempo transmitiendo el partido desde adentro sino colaborando con las decisiones de los jugadores sobre las leyes del juego.
Ahora sí, luego de todo este asunto, sobre la interpretación de las reglas y todo eso, llegamos a lo
importante. Además de las reglas que se cumplen, las que no se cumplen, las que se cobran y las que no se cobran, están los jugadores. De un lado estaba Gonzalo Castro, el ocho de la inter de
Berazategui, que aparentemente recibió un duro golpe en el pecho y que tuvo que dejar el campo de juego a merced del médico del partido, que como todos sabemos es una obligación de cada club y
debe firmar la planilla. Ya repuesto, se quedó a ver el resto del partido, pero se volvió a descomponer y tuvo convulsiones. La ambulancia, que no es obligatoria pero que cada club debe
contratar, fue llamada pero no llegó. Se la llamó de nuevo y tampoco fue al club, en Ciudad Evita, donde Floresta hace las veces de local. Acertadamente lo subieron a un vehículo particular, y lo
llevaron a un hospital cercano al que llegó sin vida.
Mi tío José Miguel (el "finadito" para mi abuela Catalina) falleció de igual manera a sus dieciseís años.
También algún jugador de Old Philomatian (hoy San Albano) hace ya muchos años. "Nadie muere en la Víspera" decía mi vieja, y todos vamos a terminar nuestra vida, pero no se trata de eso.
Además de las reglas nuevas, además de la capacitación de los jueces, también hay que tener una ambulancia en
cada club, donde realmente se pueda atender a cualquier jugador o espectador que sufra un problema. Yo sé eso es un buen dinero, pero no se trata de plata, porque desde la Unión se deberá hacer
un trueque, o que los clubes pongan un poco más o lo que sea menester. Cuando pasó lo de mi tío, igual que cuando yo jugaba, no había un médico al costado de la cancha. Si lo había, era un
espectador. Hoy ya todos tienen un médico. ¿Con eso alcanza? ¿Y si hay dos lesionados al mismo tiempo?
El tiempo ha pasado. Es hora de volver a revisar las reglas. Y de evitar tragedias que pueden ser
evitables.
Marcelo Mariosa
Siempre digo, a fuer de parecer o ser repetitivo, que el viejo juego de Rugby es una escuela de vida que te
otorga, si querés y aceptás, muchas pequeñas cosas de las buenas que te servirán para ser un mejor jugador y también para que las uses en tu vida diaria.
El juego, más allá de la vehemencia con que debe ser jugado, se encarga de que no te pases de la línea delgada
que hay entre la dureza y la violencia. Que camines en puntas de pie tratando de no infrigir las leyes del juego. Que no haya otra opción que ir al "frente", porque no se puede hacer tiempo, ni
ir para atrás. Que seas solidario con tus compañeros, exigente con vos mismo, y que puedas sobreponerte a dolores físicos y psicológicos. Te obliga a integrarte a un equipo de trabajo y no te
permite, so pena de que tengas que salir, ser un individualista. También te enseña que no siempre se puede jugar, porque sólo entran unos pocos y que si te quedaste afuera, podés ser parte de
muchas otras cosas que se necesitan para el equipo. Y ser parte del tercer tiempo, donde muchas veces tenés que perdonar a otro que se pudo haber pasado de la raya. O vos ser perdonado por lo
mismo. Siempre debe primar la buena intención. Y aunque no siempre se pueda, hay que educarla.
Pero el juego no siempre termina siendo lo mismo para unos que para otros. Algunos pueden llegar y jugar, no
entender de qué se trata y más allá de sus habilidades, no podrán tomar todas las cosas buenas que el rugby ofrece, más allá de un cuerpo entrenado. Algunos sueltan su maldad sobre la cancha. O
sus impotencias. O sus torpezas. Algunos no comprenden que no sólo hay que respetar las reglas, sino también a quién las imparte. Y que si éste no viene, no jugamos. Y que puede equivocarse (de
hecho, se equivocan) y punto. Se trata de un juego.
Atrás quedarán noches de mucho frio, de mucho barro, de calor, de lluvia. Noches lejos de casa, volviendo
tarde y con hambre. Noches de sacrificios inmensos. Días enteros disimulando lesiones. Tardes mirando filmaciones que nos llegan desde cualquier lado.
El esfuerzo inmenso de un deportista amateur se nota en cada noche de entrenamiento, porque además,
seguramente, hay que ir a trabajar y/o a estudiar. Y todo el esfuerzo, toda la lucha, todo lo que se aprende, no alcanza para ganar. Porque no siempre se gana y perder es una gran oportunidad de
saber qué debemos mejorar.
Sofi no juega rugby, al menos por ahora. Pero está en China representando a Argentina en el hockey sobre
patines en línea. Y le tocó, como pasa muchas veces, ser parte de un equipo que no pudo ganar en su serie. Es una deportista amateur, como el 99% de los jugadores de rugby de Argentina y se pela
el lomo, como todos nosotros, para mejorar cada día y entendió que hay que aprender mucho más para poder competir con los mejores.
Quizá sus hijos, si es que los tiene, jueguen rugby. O quizá no. Pero el deporte de alta competición jugado
por amateurs es sin duda una escuela donde los deportistas no sólo trabajan sus habilidades, sino que desarrollan un espíritu que los fortalece para la vida diaria, para presentar batalla, para
sobreponerse a dolores e injusticias. Para ser mejores personas.
Los Pumas no nacieron ganando. Y siguen aprendiendo.
Así es la vida, Sofi. No hay tiempo ni espacio para aflojar.
Para los jugadores de rugby, ese lugar no existe. Y para vos, tampoco.
Marcelo Mariosa
Alberto Camardon un grande del rugby nos dejo
Siguió a su amigo y compañero de rugby A.Guatella
Otra gloria del rugby argentino dijo adiós. Alberto Camardón, entrenador de Los Pumas de 1965 a 1970,
falleció este sábado según informó la Unión Argentina. Hace unos meses se había ido su compañero como entrenador en la histórica gira por Sudáfrica: Angel Guastella.
El Cabo, como lo llamaban, falleció a 85 años. Nació el 31 de marzo de 1931 y estuvo cerca del rugby hasta
sus últimos días. Jugador, entrenador, árbitro, dirigente.
Fue una pieza clave en el crecimiento del rugby argentino por su aporte en el seleccionado. Pero también un
estandarte de Belgrano, donde fue campeón como entrenador en 1963, 1966 y 1967.
El Belgrano decían de el: “Alberto, o el Cabo, como lo conocemos muchos, es un personaje histórico del
Club.
Su trayectoria como jugador de la Primera, la tal vez la más destacada para el Club, como Entrenador del
equipo Campeón de 1963, después de 23 años sin campeonar, y de los equipos Campeones del 66 y 67 y, por supuesto, su historia como Entrenador del Seleccionado Argentino de Rugby, aquel que en
1965 fuera “bautizado” en Sudáfrica como “Los Pumas”, y su brillante carrera como Arbitro local e internacional, lo colocan entre las glorias del Club.
También tuvo el honor de ser el entrenador de la Primera de Belgrano de 1965, cuando le ganamos 10 a 0 del
fuerte Combinado de la Universidades de Oxford y Cambridge.
Alberto integró la Comisión Directiva como Vicepresidente I de Canchas y Deportes y varias veces la
Subcomisión de Rugby.
El “Cabo” cumplió 84 años, nació el 31 de marzo de 1931, y lo soliamos ver, casi todos los días, con su
compañera Celia, cuando venia hacia el Club House desde su casa, atravesando el “pasto”, que tanto conoció y amo, así como deteniéndose a saludar a todo el que se le cruzaba.
Lo queremos y respetamos como deportista y buena persona..
Mario Díaz O’Neill un rugbier de corazón
Mario es un hombre de valores, uno de esos que quedan pocos, un ser humano de
verdad, con un corazón de oro y la mano siempre extendida para ayudar sin esperar nada a cambio.
Hijo de una mujer, Flor O ´Neill , que crió tres hijos útiles a la
sociedad,con ejemplo de honestidad y trabajo entre ellos Mario, quien hoy emprende un nuevo desafío en una empresa que unirá a dos países hermanos, Uruguay y Paraguay.
Tuve la suerte de conocerlo allá en mi paicito, yo de Minas el de Cardona, en
aquella época yo estaba empeñada en llevar el rugby a los niños de Colonia, cuna del rugby uruguayo pero donde no se jugó rugby por más de 40 años.
Conversando un día le conté sobre mi proyecto de llevar el rugby a las
escuelas, y de todas las bondades del rugby, al instante se ofreció a ayudarme y ahí en el Cyber One nació: “El rugby va a la escuela, educando con Valores”.
Mario se dedico a la parte política, mientras yo recorría las escuelas
invitando a los chicos, pudimos conseguir el Campus Municipal donde jamás se jugó otra cosa que futbol, para la primer practica tuvimos la vista y colaboración de Sebastián Perasso y El “Chino
García Lanza, mas de 300 niños!!!!
El Director del Liceo lo declaro de interés general y nos pidió que
incluyéramos a los jóvenes, también la gente de El General ofreció su estadio y escuelas para que fueran incluidos en el programa.
Un éxito rotundo que sin la ayuda de este gran hombre no hubiera
podido ser, y a quien le agradezco infinitamente su colaboración para llevar le rugby a tantos niños.Hoy Mario se encuentra en Paraguay trayendo una empresa
que ayudara a desarrollar muchas obras en tierras guaraníes,Pronto Cementoy sé, que será un total éxito porque
este hombre solo apunta a la excelencia en todo lo que emprende, para él y sus socios todo lo mejor.
Entrevista Antonio Vizintin, sobreviviente de la tragedia de Los Andes. (Fuente RUGBY DIDACTICO 4)
Antonio, muchas gracias por recibirme y por la disposición que has mostrado desde un comienzo cuando he
tenido el primer contacto contigo. Quería, en primer lugar, hacerte llegar un saludo afectuoso de mi padre, con quien has tenido la oportunidad de compartir largas jornadas de rugby.
Es cierto, hazle llegar mis saludos también. Desde mi rol de Presidente de la Unión de Rugby de Uruguay y
el de tu padre como Presidente de la UAR, hemos compartido grandes momentos de rugby hace algunos años atrás.
Me gustaría comenzar con una pequeña reflexión para luego hacerte una serie de preguntas.
Sin dudas el rugby, en especial en lo que hace a primeras líneas, contribuye a formar personas en cierta
forma distintas y mejores a la vez y, en este caso, al agradecer tu fina atención prestándote a responder algunas preguntas, también entiendo debo agradecer a la compartida pasión que tenemos por
nuestro deporte, el rugby.
Coincido con vos, Sebastián, Sin dudas la pasión en su momento dejó paso a una forma de ser y de vivir
producto de las enseñanzas del rugby; el dar siempre lo más y lo mejor de uno, el esforzarnos al máximo sin saber si vamos a tener éxito, pero si no llegamos sabemos que dimos todo. Eso te da una
tranquilidad que a lo largo de la vida es bueno sentirlo, te hace caminar con la cabeza levantada y el pecho erguido.
Muchas veces uno debe sufrir en silencio, ya sea por el esfuerzo o por lo que dicen de ti injustamente. Pero
el rugby te enseña a controlar tu temperamento, quien mejor que el rugby podía hacerlo.
En primer lugar, pese a que eres una persona de una conocida trayectoria me gustaría que hicieras a los
lectores una reducida referencia sobre tu currículum personal (estudios, familia, ocupación) y tu historia en el Rugby.
Estudié en el Colegio Christian Brothers Stella Maris (Newman en Argentina). Luego hice la Facultad de
Derecho. Fui Gerente General de una empresa de envases donde llegué a trabajar con ciento ochenta personas. Fui socio de una empresa de Fast Food- Pizza Quick y en la actualidad tengo una
sociedad promotora de inversiones inmobiliarias en la Ciudad de Montevideo.
Mi familia está compuesta por mi señora Josefina Serrato, y mis hijos Lucía, que es contadora y está casada
con Daniel Fresnedo y de quienes tengo dos nietos Joaquín y Benjamín, y Patricio que estudia arquitectura en Madrid, España.
La mayoría de la gente recuerda la increíble aventura que viviste junto a tus compañeros y, más allá de
la vivencia histórica de lo ocurrido, me gustaría repasar tu costado rugbístico por esos tiempos ¿Qué era en esos días el Rugby para vos y tus compañeros?
Era lo primero. Rugby, rugby, novia, familia, estudios, en orden de prioridades. Vivías por y para el rugby,
pensando en el partido del domingo. Eran momentos de gran aprendizaje en forma inadvertida, aprendizaje para la vida.
Tras el tremendo golpe que milagrosamente muchos pudieron superar, el convivir y compartir a diario el
peligro, la incertidumbre y la soledad, durante un tiempo prolongado se me ocurre debe dejar una marca profunda. ¿Qué enseñanzas más profundas te dejó para la vida? ¿Es hoy un hombre
distinto?
Sí, indudablemente soy distinto. No podés pasar por todo aquello; por 73 días terribles y que nada haya
cambiado. Tus valores cambian, te das cuenta de las cosas importantes de la vida, "tu familia", el resto es prescindible. El decir "te quiero" muchas más veces de lo que lo decimos, el decirle a
papá y mamá lo mucho que los queremos porque de repente o tú no estás, o ellos no están, y nos quedamos con un vacío enorme de no haber dicho lo que sentimos y ya es tarde, el momento
pasó.
Por otro lado, esa incertidumbre se transforma en convicción, en convicción de salir del lugar y en el
convencimiento de que si la muerte me iba a encontrar, iba a ser buscando la forma de salir del lugar. El luchar hasta lo último, como nos decía un Christian Brother "el partido termina con el
pitazo final" y ¿acaso la vida no termina en forma similar? Te marca por haber pasado por una prueba, por saber hasta donde podés llegar, hasta qué extremos podés llevar los umbrales de dolor, de
soledad, de angustia. El hombre soporta muchas cosas mientras tenga una esperanza y nosotros siempre la tuvimos.
Siempre hemos dicho que el Rugby enseña a luchar contra la adversidad y resulta casi imposible encontrar
un ejemplo que pueda superar la aventura en que involuntariamente se vieron involucrados ustedes, y la forma en que la afrontaron y superaron. ¿Cuáles fueron las claves para que pudieran
sobrevivir en una situación límite como la que enfrentaron?
Disciplina, obediencia, esfuerzo. Sin disciplina y orden todo hubiera sido imposible. Nuestro capitán fue un
claro ejemplo de verticalidad de mando, el mandó y el equipo obedeció, mal o bien pero hubo una cabeza y todos la siguieron. Sin esfuerzo nada se consigue. Las cosas cuestan y no salen de
primera. Lo importante no es cuantas veces uno se cae sino cuantas veces nos levantamos para seguir.
Nuestra historia fue producto del ensayo y error, de equivocarnos muchas veces y de comenzar todo de nuevo
aprendiendo de nuestros errores y usando nuestra imaginación. No tenemos límites todo es posible. Fracasamos muchas veces y tuvimos algunos éxitos, pero aquí nuevamente aparecen las enseñanzas
del rugby transformando las derrotas en derrotas y no en pesimismo y teniendo éxito pero no siendo exitistas. El tomar la derrota y el éxito como parte de la vida misma.
En la opinión de muchos, el Rugby es un deporte en que la mente es en definitiva lo determinante. Tu que
te desempeñabas como pilar y desempeñaste metafóricamente el papel de un “pilar” en el tremendo desafío que enfrentaron. ¿Que rescatarías como más importante? ¿La fortaleza física o la
mental/espiritual?
Sin dudas necesitas fortaleza mental /espiritual. Es esa fortaleza la que te permite llegar más alto, más
lejos. Todo depende de proponértelo. Nuestra fortaleza estaba en la cabeza: objetivo claro y no descansar hasta llegar al objetivo. Si tenemos además fortaleza física bienvenida sea, usémosla
como complemento.
En nuestro juego la figura del capitán tiene una importancia superlativa y la fortaleza de un equipo o grupo
de jugadores está estrechamente ligada al respeto que tengamos por el mismo y por los líderes naturales que espontáneamente aparecen. ¿Qué reflexiones se te ocurren al respecto?
En cuanto al capitán y su liderazgo, diría que en pocos deportes se ve una verticalidad total de mando. En
el momento de mayor caos que tuvimos apareció nuestro capitán mandando y ordenando, y un equipo detrás obedeciendo y haciendo.
En cuanto a los líderes no me quedan dudas que se hacen, que se hacen afrontando dificultades y
venciéndolas. En nuestra historia hubo muchos líderes que aparecieron y desaparecieron en la medida que no fueron más necesarios, pero hicieron lo que tenían que hacer sin necesidad de
supervisión alguna, con responsabilidad. El equipo jugó el partido más importante, que era por la vida, y muchos dieron la vida para ganar ese partido y el que ganó fue el equipo. ¡Todos
ganaron!
Sin liderazgos un equipo no tiene rumbo. ¿Considerás que habría habido sobrevivientes en un avión con
pasajeros que no tenían relación alguna y no se conocían?
No creo que sin un liderazgo fuerte sea posible pasar por una situación extrema. En ese caso todos opinan,
nadie hace nada; se pasa mucho tiempo discutiendo cuál es la mejor idea y la mejor idea es la que se lleva acabo.
El Rugby es el juego de equipo por excelencia y, por lo que sabemos, ustedes ante el desafío actuaron
como integrantes de un team. ¿Cuales son tus reflexiones al respecto y sobre los roles que cada uno tuvo que desempeñar?
Cada uno respondió en la medida de sus posibilidades y se vió al equipo responder como tal, cada uno dio el
ciento por ciento de lo que tenía para dar y eso hizo que el equipo funcionara y que no hubiera reproches.
Todos dieron todo para salir del lugar. Como buen equipo, estuvieron los que empujaron, los que se
embarraron y, por supuesto, los impolutos wingers en un día de barro que hicieron el try y fueron más aplaudidos que el resto. Sin embargo, quien ganó fue el equipo. Así se jugó nuestro partido
en la montaña, y así se juega el partido de la vida.
La gran mayoría de ustedes eran egresados de un Colegio Católico como el Stella Maris, donde se hacía
hincapié en forjar el carácter por sobre intelecto y se utilizaban métodos de enseñanza basados en la disciplina y el respeto. Hoy, a la distancia, ¿sintieron que la educación que recibieron fue
un plus o un valor agregado en el medio de Los Andes?
Sin dudas. Mi agradecimiento es no solo al rugby, sino a quienes fueron educadores (con mayúscula) para la
vida. Los Christian Brothers, fueron mucho más que profesores de materias curriculares. Sin disciplina no podemos llegar a nada. Nos lo demuestran equipos de rugby todos los fines de semana,
basta mirarlos.
Acaso cuando en el equipo contrario hay peleas, sabemos adentro nuestro que el partido está ganado. Es
cuestión de seguir en el esfuerzo hasta el final. Nosotros sentimos que la educación de los Brothers fue un plus, por la disciplina y por el respeto. El respeto es una palabra tan denostada en
estos días y tan valiosa. El respeto es respeto a los demás y respeto a nosotros mismos. Si somos respetuosos con los demás obtendremos respeto hacia nosotros y viceversa. En la adversidad se
vieron esos valores sumados a la solidaridad.
Hay algunos conceptos tales como compromiso, respeto, liderazgo, solidaridad, amistad, sacrificio,
superación y honestidad, que si bien son diferentes, en ellos está ligado el éxito de un equipo de Rugby, de una empresa e incluso de la vida de cada persona. ¿Cuáles son tus reflexiones al
respecto después de la enorme experiencia que te tocó vivir?
Con el tiempo y la distancia valorás mucho más esos valores, y te das cuenta que nada en la vida se logra si
los dejás de lado y mucho menos en el caos. Cuanto más difíciles son las cosas, más aferrados a esos valores debemos estar. En el caos tremendo que fue la montaña, en donde nos estábamos jugando
la vida a cada instante, apareció el ser solidario en contraposición al egoísta, el ser obediente en contraposición al rebelde. Ahí aparecen los grandes valores y la nobleza propia del ser
humano.
¿Cual sería tu mensaje para los jóvenes que hoy tienen la misma edad que tenías vos y la mayoría de tus
compañeros cuando les tocó vivir la tremenda aventura en que se vieron involucrados?
Que sin sacrificio nada se consigue. Que debemos tener objetivos claros y realizables, y tenemos que tener
claro que vamos a fracasar muchas veces pero que el camino al éxito está abonado de fracasos. No tenemos nunca que bajar los brazos y entregarnos, yo siempre digo que en el diccionario de los
pilares la palabra renuncia no existe.
¿Seguiste jugando al rugby luego de la tragedia?
Sí, durante varios años. Logramos ser campeones durante seis años seguidos. Después los años te van tentando
con lugares calentitos en el hogar y cada vez se hace más difícil volver a las prácticas.
¿Cómo influyó esa experiencia tan dramática en la educación de tus hijos?
Es difícil decirle a un hijo que se tiene que sacrificar, y que las cosas no van a ser fáciles o por lo
menos que estén preparados para lo peor. Nadie quiere hacerle la vida difícil a los hijos, pero la vida se lo va a enseñar si no lo hacemos nosotros y de la manera más dura.
¿Qué valores del rugby has volcado en tu vida privada y en tu vida profesional? ¿En que te han sido
útiles?
A lo largo de los años me ha sido de mucha utilidad. De hecho, el saber hasta donde puedo llegar, de que soy
capaz de soportar mucho, y mucho más de lo que pensaba, de sufrir tanto en silencio. El rugby me ha enseñado a poner un objetivo y hacer que toda una empresa lo conozca y sea capaz de llevarlo
acabo. El rugby me ha permitido luchar por lo que creo y no dejarme vencer a la primera dificultad. Me ha permitido sentir que podés llegar a ser un hombre.
En términos de valores y principios del juego ¿Considerás que el rugby sigue manteniendo esos principios
fundacionales que lo hacen distinto y único como deporte?
Sin dudas. Por más que cambien las cosas, su esencia sigue intacta y sus valores continúan vivos y latentes.
Siempre aparece algún veterano que nos lo hace acordar cuando hemos olvidado algo y volvemos a la esencia del deporte. El partido termina con el pitazo final.
Los sobrevivientes, en una reunión en Santiago de Chile, en octubre de 2002. En la foto están: Jose Luis
Inciarte, Pancho Delgado, Roy Harley, Alvaro Mancino, Carlos Paez, Antonio Vizintin, Gustavo Zerbino, Pablo Milburn, Roberto Canessa, Daniel Fernandez, Moncho Sabella, Adolph Strauch, Javier
Methol y Jose Luis Metola.
Diego Fernández Lois sembrador de rugby con valores
De caminar sereno, reflexivo y siempre rodeado de niños, así lo conocí a Diego.
Con un gran conocimiento del rugby y sus valores traídos de su querida Argentina, siempre enseñando y
compartiendo.
Los chicos los seguían, los mayores lo consultaban, supo ser buen asesor y educador del rugby en su más puro
nivel.
Un hombre cabal y con principios que educo a más de una generación de Búhos, así como también a dirigentes y
jugadores de otros clubes, ya fuera en su club CURDA o en la URP.
Formador de muchísimos rugbiers de Paraguay, organizador de giras y del mejor Seven realizado en este país.
“Seven Sudamericano de Clubes Campeones” con el CURDA, en una época donde todo se hacía a pulmón y de forma totalmente amateur, puso a Paraguay en el mejor lugar de Sudamérica con un
evento nunca visto antes en tierras guaraníes. Solo con el apoyo de la gente de su club y con muchas ganas de hacer bien las cosas.
También fue gran animador de los Festivales de Rugby Infantil que nobleza obliga a decir la
verdad, desde su partida perdieron el brillo y esplendor de aquella época de oro.
Hombre justo, honorable, sabio el rugby paraguayo te debe mucho y desde este blog va el homenaje a un hombre
que supo enseñar y sembrar el mejor rugby el de amigos y valores.
PUMAS de ayer hoy y siempre
Qué significa ser Puma
Por Jorge Búsico / Alejandro Cloppet y Pablo Mamone.
El silencio es una religión. Nadie se atreve a la herejía de quebrarlo. Una sola mirada basta para
entenderse. Los que llevan más batallas encima apelan a un par de gestos que a los más jóvenes les sirve para saber que están protegidos. Sólo se escuchan los pasos y el ruido de los cubiertos a
la hora del desayuno o del almuerzo liviano. Hay un mito que nace del mismo rugby, pero un grupo de hombres lo transformó en un fuego sagrado que jamás se apagará.
La adrenalina va en aumento, brota por cada poro de quienes en cuestión de horas se calzarán, orgullosos,
una camiseta celeste y blanca con un Puma en el corazón. ¿O acaso alguien a esta altura de la vida puede decir que ese animal salvaje que sobresale en el escudo de la UAR es un yaguareté? Ellos
están por cumplir el sueño de todo aquel que alguna vez agarró una pelota ovalada. Y no están dispuestos a traicionar esos sueños. Dejarán la vida, porque así lo indica el primer
mandamiento.
Allí, en el césped que en minutos van a pisar, esos jugadores que ya se pusieron los pantalones blancos y
las medias que también tienen los colores de la Bandera argentina están listos para construir decenas de momentos épicos. Tienen el corazón bien amateur, más allá de estos tiempos profesionales.
Tienen la sangre caliente para tacklear a todo el que se ponga delante. Tienen el corazón para aguantarse a quien sea. Tienen el hambre de gloria que se necesita para que los de enfrente los
respeten. Tienen la mente a pleno para resolver las situaciones difíciles de un deporte que desde su génesis exige estar preparado para afrontar todas las adversidades, como una pelota que no se
sabe para dónde va a picar. No son 15. Son miles. Los empuja y los apuntala una historia escrita por valientes. Cada uno sabe que tiene un hermano, porque de un Puma surge otro Puma. Este partido
que está por comenzar no es para cualquiera. Es un partido para la leyenda. Es un partido para que lo jueguen los Pumas.
Ahí aparece comandando la fila que ingresa a la cancha Oswald Saint-John Gebbie, el primer capitán
argentino, aunque se haya tratado del hijo de un pastor de la Iglesia escocesa, el 12 de junio de 1910. Y detrás de él vienen, respetando la misma ceremonia, el resto de los capitanes. Ahí están
Arturo Rodríguez Jurado (padre e hijo), Ricardo Giles, Jorge Sansot, el “Gringo” Guillermo Ehrman, Juan Manuel Belgrano, Jaime O’Farrell, Martín Aspiroz, Isidro Comas, Antonio Salinas, Bernardo
Aitor Otaño, Héctor “Pochola” Silva, Adolfo “Palomo” Etchegaray, Hugo Miguens, el “Negro” Miguel Furia Iglesias, Eduardo Winnie Morgan, Hugo Porta, Jorge Georgi Allen, Pablo Garretón, el “Tano”
Marcelo Loffreda, el “Bebe” Sebastián Salvat, Pedro Sporleder, Lisandro Arbizu.
Pasó la emoción en el momento del Himno y quedó atrás el abrazo bien fuerte para darse el último aliento. Y
en el primer pique nomás se revive, como si se tratase de una película de ésas que ya están gastadas de tanto verlas y disfrutarlas, la palomita de Marcelo Pascual volando sobre el ingoal de los
Juniors Springboks en aquella memorable tarde del 19 de junio de 1965 en el Ellis Park de Johannesburgo. Igual que el hombre de Pucará vuela Marcelo Campo en el mítico Twickenham para vulnerar la
historia de los ingleses en 1978. Y lo mismo hace Diego Albanese, aterrizando en propiedad irlandesa para el formidable triunfo en Lens, Francia, en el Mundial de 1999. Y hasta parece que se
tratara de la misma persona cuando el “Flaco” Ernesto Ure vuela en las narices de los franceses.
Ahora las fotos lo muestran a Porta aniquilando el ingoal de los Springboks en 1982, y martirizándolos con
la magia de su pie para el triunfo único en Bleomfontein, que no importa que haya sido con la camiseta de Sudamérica XV, porque ese día hubo 15 Pumas. Y el mismo genio aparece marcando todos los
puntos en el empate frente a los All Blacks, en el Ferro de 1985. O en la igualdad con los franceses, en 1977. Es el 10 que inventa siempre, como aquella vez que sorprendió a sus propios
compañeros jugando rápido un penal que pedía palos pero terminó en el vuelo interminable de Campo hacia el ingoal de los ingleses. Es el dueño de un botín increíble que fue considerado el mejor
del mundo; ante él se rindieron todos los poderosos. Es el hombre que en un mismo partido le asestó tres drops a los australianos y repitió ante los neocelandeses.
Ahí va el histórico scrum que ingresa para doblegar a los australianos en Brisbane, en 1983. Y con él, los
también históricos tackles, otro sello del alma Puma. Aparecen Julio Genoud, haciéndole sentir el rigor a los ingleses de Oxford Cambridge en 1956, el “Negro” Raúl Loyola partiéndole las piernas
a los irlandeses, Georgi Allen llevándose puestos a dos sudafricanos en Bloemfontein, Guillermo “Cacho” Varone, el mismo día, cruzando toda la cancha para despedir a otro sudafricano hacia la
pista de atletismo, Bernardo “Berni” Miguens tirando diez metros a un australiano pese a que recién debutaba y ni siquiera había entrado en calor, el “Tano” Loffreda volteando a tres franceses en
la victoria posterior a la muerte del “Veco” Carlos Villegas, Santiago “Tati” Phelan y el Yankee Rolando Martin con los hombros rojos de parar samoanos, y los 15 leones metiendo 22 tackles en
aquellos 9 minutitos finales del épico test frente a los irlandeses en el Mundial de 1999.
Allí están en el vestuario de la gira de 1965 el “Gato” Ricardo Handley, Arturito Rodríguez Jurado,
“Pochola” Silva, Luis “Lucho” Gradín y Ronaldo “Ronnie” Foster jurándose no salir vivos de la cancha si no ganan. Es el mismo juramento de los 15 que defendieron el ingoal en el ’99. Y es
idéntico al de aquel grupo que venció a los Springboks en 1982 después de haber recibido una paliza en el primer test. No es distinto al que promulgan los que vistieron la celeste y blanca en las
décadas del 10 al 50. Ya se sabe: ser Puma es hereditario. Y no sólo por los hermanos Morgan, Miguens, Lanza, Fernández Miranda, Iachetti, Contepomi.
Ser Puma es como un apellido más. Se lleva para toda la vida.
Vuelve a aparecer el “Gato” Handley en el vestuario, antes de jugar contra los Gazelles sudafricanos en 1972
y con su mujer gravemente internada, diciéndole a sus compañeros: “Ahora entramos y nada de saludos a la tribuna. Los cagamos bien a palos, les ganamos y después saludamos”. Y así fue
nomás.
Como aquellas palabras de los Pumas del ’99, cuando se quedaron sin entrenador, solos en el vestuario de
Liceo Naval, a días del Mundial. Allí también se escuchó un: “Ahora vamos por nosotros mismos”. Hay decenas de imágenes idénticas previas a los partidos.
Por algo los franceses reconocen que sus valientes forwards sólo sintieron miedo en dos estadios: en el de
Ferro y en el de Vélez.
La amada y traicionera ovalada la manejan de memoria Ricardo Giles y el “Gringo” Erhman para enloquecer a
los irlandeses en 1952. La toma “Lucho” Gradín y ensaya “el yeso”, o sea se escapa por el lado ciego de los sudafricanos después de un line. Es “yeso” porque si pasaba, todo bien, pero si no, “me
enyesan hasta el pelo”. Lo apoya Ricardo Passaglia luego de acertar con la “Santa Fe” (pelota a la cola del line y carga de los forwards) nada menos que en Twickenham. La agarra Martín Sansot,
quien se agacha y hace pasar de largo a dos hambrientos All Blacks, en 1976. La aprisionan Jorge “Yoyo” Gauweloose y Gonzalo Beccar Varela para culminar en el ingoal galés en aquella derrota que
fue como una victoria, en el Arms Park, también en 1976.
La embolsa Rafael “Rafa” Madero para vencer por primera vez a los Wallabies australianos en 1979, en Ferro.
La atrapa el “Chino” Fabián Turnes para gritar el try en el primer triunfo ante Francia, en Ferro, y lo mismo hace su compadre Diego Cuesta Silva en el segundo test.
La acaricia Santiago Mesón con sus penales para la victoria ante Francia, en Nantes de 1992. La emboca
Daniel “Banana” Baetti sin que nadie se diera cuenta de que se había colocado los botines con tapones de goma para otro triunfo contra los franceses, en Vélez 1988. Le habla el “Negro” Eduardo
Poggi con su estilo para pegarle de guadaña que sorprende a los sudafricanos. La aman Gonzalo “Queso” Quesada cuando su pie termina en lo más alto en el Mundial del 99 o cuando Hernán Vidou mete
todo para doblegar por primera vez a los ingleses, en 1990.
La corajea Arbizu en los dos tries a los neozelandeses en River 2001, y es un calco de lo que fabrican Aitor
Otaño para romper los tackles escoceses y Alejandro “Chiquito” Travaglini los de los irlandeses.
Los rivales sufren el coraje Puma. Como los franceses de Section Paloise, en 1965, cuando en la primera
salida todos terminaron en el suelo después de la topadora hambrienta de los de celeste y blanco. Y lo mismo les pasa a otros franceses, ya con la camiseta bleu, cuando quisieron copar la parada
en Ferro 1985 y tras el kick-off de Porta recibieron los embates de los forwards, dispuestos a que nadie se los lleve por delante. Y es casi idéntico a lo ocurrido en Bloemfontein, con 15
argentinos con la adrenalina al máximo para tumbar a las torres sudafricanas.
El “Ruso” Alejandro Cerioni se le para de frente a los ingleses en 1978 y les dice a todos juntos: “Come on,
come on”. Hugo Nicola se aguanta en el primer test que el pilar francés le deje toda la cara arañada, pero en el segundo se acaba todo cuando le muerde un dedo.
Andrés “Perica” Courreges se cansa de que el temible Paparemborde lo cruce en el scrum para romperle las
costillas y tras aclararle que “cèst la guerre”, le muerde la oreja.
Serafín Dengra se recupera del cabezazo que le rompió la nariz en su bautismo internacional en Bloemfontein,
y con sólo 20 años devuelve el gesto en el scrum siguiente.
Alejandro Sandro Iachetti no se deja llevar por delante y con la cara ensangrentada, porque un francés le
rompió el tabique nasal, le reparte a los más grandotes. El “Bambi” Alfredo Soares Gache copa la parada cuando se le vienen todos los Springboks encima.
Federico Méndez, recién mayor de edad, lo duerme al gigante inglés Paul Ackford, que pisaba contrarios pese
a golear en Twickenham. No son éstas escenas para elogiar, pero muestran otro costado de la leyenda. Es ésa que nadie sabe quién la impartió, pero que todos saben que hay que cumplirla. Es ese
otro mandamiento de que un Puma nunca corre cuando se armó la batahola.
Otra vez aquello de la herencia. Aitor Otaño lo mima como un hijo a José Javier “Tito” Fernández, su
sucesor, y lo mismo hace el grandote con el “Chapa” Eliseo Branca, durmiendo en la cama de al lado durante toda la gira de 1976. “Pochola” Silva le explica a un “Flaco” Ure con sólo 19 años que
si no le devuelve la piña a un neocelandés lo van a pasar por arriba, y mucho después el mismo forward al que Porta definió como “un Puma en serio” se arroja sobre Diego Cuesta Silva en medio de
una batahola con los franceses para decirle: “Quédate tranquilo que yo te cuido”.
Y ahí está también el genial Martín Sansot para ayudarlo a quitarse las medias a “Berni” Miguens, quien
acababa de sacarle el puesto en Australia.
Ahí está de nuevo el espíritu Puma. Y no falta el buen humor del “Ruso” Raúl Sanz, del “Enano” Ricardo
Landajo, de “Perica” Courreges, de Adolfo “Fito” Cappelletti, de Alejandro “Chirola” Scolni, del “Aguja” Fabio Gómez, del “Gordo” Mauricio Reggiardo. Continúa con la pasión llevada al periodismo
por Nicanor González del Solar. Y va hacia la solidaridad con el equipo y con las ganas de jugar siempre en Los Pumas, con el “Rafa” Madero actuando en tres puestos distintos (centro, apertura y
full-back), al igual que el mellizo Felipe Contepomi. O con Ronnie Foster trasladándose de la tercera línea a la primera, como pilar, con el tremendo esfuerzo que derivó en una curiosidad: en
apenas un mes se le agrandó el tamaño del cuello de sus camisas de 42 a 44 y medio. O con el “Tati” Gustavo Milano improvisando como pateador al touch contra los ingleses.
¿Más mística? Claro. Hugo Miguens tacklea pese a que la sangre le quita la visión contra los Gazelles, en
Ferro. Y Diego Cash no se va de la cancha frente a los franceses pese a tener la nariz rota y un tobillo deshecho. Y el “Orco” Cristian Viel juega ante los samoanos, en el Mundial de 1995 de
Sudáfrica, con un corte de 12 puntos en su cabeza.
Y Arbizu va al frente con su cara desfigurada contra los All Blacks en River. Y el tucumano Garretón aguanta
con su espalda tajeada de tantos pisotones de los franceses.
Brotan más imágenes. Es Alberto Camardón perdiendo la serenidad al ver que el triunfo contra los Juniors
Springboks iba a ser una realidad.
Es Angel “Papuchi” Guastella sintiendo que el estómago le explota cuando a los 20 minutos ya avizora que su
equipo de pibes va a lograr algo histórico en Twickenham, en 1978. Es el mismo “Papuchi” junto a Silva festejando solos, comiendo un sándwich y tomando una cerveza en un bar de Constitución, tras
el primer triunfo contra los franceses.
Son el “Veco” Villegas y el “Gringo” Emilio Perasso, abrazados, disfrutando en las tribunas del Arms Park la
estupenda actuación del equipo en 1976.
Es Rodolfo “Michingo” O’Reilly corriendo adentro de la cancha detrás de Cristian Mendy, quien con su try iba
a sellar el impacto a Australia, en Vélez 1987.
Son “Lucho” Gradín y José Luis Imhoff llorando tras la victoria en Nantes, en 1992.
Es “Pochola” abrazando a Porta sobre el césped de Vélez después del segundo golpe a los franceses.
Son “Tito” Fernández y Héctor “Pipo” Méndez poniéndole toda la mística a una etapa dura de la selección. Son
el “Mono” Eduardo Scharenberg y el “Negro” Poggi aportando su alma Puma a un proceso de transición. Son todos juntos y en diferentes épocas, Edmundo Stanfield, el “Francés” Jorge Merelle,
Saturnino Racimo, Aitor Otaño, José “Joe” Argento, el “Ruso” Sanz, Alejandro Petra, Ricardo Paganini... Y aquí hay lugar para dos foráneos a quienes se debe considerar Pumas: el sudafricano Izaak
van Heerden y el neocelandés Alex Willie. Uno, el maestro-guía de 1965, el que a todos los argentinos les hacía creer que eran los mejores del mundo. El otro, el hosco que le aportó su espíritu
al equipo del Mundial de 1999 y al que recién se le vio una lágrima cuando llegó la hora de despedirse de los jugadores. Y también para los médicos con corazón Puma como el “Pato” Luis García
Yáñez, Imhoff y el “Oso” Elías Gaviña.
Estallan al mismo tiempo las tribunitas del legendario GEBA, los tablones de Ferro, los tablones y el
cementerio del mismo Ferro, los escalones y los asientos de Vélez, y la majestuosidad de River. Porque Los Pumas siempre contagiaron. Nunca pasaron inadvertidos. Lograron algo casi imposible en
cualquier otro ámbito: ir más allá del rugby. Por ellos cada equipo que llega a la Argentina sabe que acá nada es sencillo. Que además de 15 leones hay que toparse con miles de gargantas que
alientan al ritmo del “hop, hop” cuando se forma un scrum y que gritan “Vamos Pumas, vamos, ponga huevos que ganamos” cuando desde adentro se traslada el contagio de tanto tackle. Y ahí aparece
otro mandamiento Puma: siempre se gana con el corazón en la cancha y en la boca.
Este partido es interminable, porque la esencia Puma así lo indica. Porque allí donde haya una pelota
picando o volando habrá 15 o miles de hombres con la celeste y blanca en el alma y el Puma sobre el lado del corazón tackleando, empujando en el scrum, saltando en el line, arrastrando gente en
las formaciones móviles, buscando quebrar el rival por todos lados, con la adrenalina brotando en cada centímetro de la piel.
Allí donde haya emoción y solidaridad, siempre habrá un Puma. Por eso Los Pumas están en la historia. En
esta historia.
Ernesto Montero un hombre de valores y gran corazón
De perfil bajo y con muchas ganas de ayudar, colaboro siempre con los clubes de la región, ejemplo de
solidaridad y amor al deporte, dio siempre sin esperar nada a cambio.
Durante su permanencia como miembro de la CD de URP junto a otros grandes hombres del rugby guaraní, se
vivió la mejor época del deporte de la ovalada en Paraguay, a él le debemos la venida al país de grandes potencias como Francia, Fidji y Sudáfrica.
Siempre listo para ayudar o dar una palabra amable, este hombre marco una época.
No se limitó a darle la mano solo a los paraguayos, las uniones vecinas también fueron beneficiadas con su
gentileza.
Aún hoy se le ve en las canchas, dando consejos o haciendo algún comentario sobre el juego, también
recordando aquellas brillantes batallas que libraban los Yakares cuando les jugaban de igual a igual a Uruguay y Chile, cuando Brasil solo era una sombra.
Por eso y por tanto que le dio al rugby sudamericano va hoy este homenaje al “Inge” Ernesto Montero.
Siempre apoyando al costado de la cancha, uno de los mejores dirigentes que tuvo el rugby paraguayo, su paso por el deporte debe servir de ejemplo y estímulo para todos.
Osvaldo Dionisi un pura sangre de rugby
El rugby paraguayo tuvo y tiene hombres de gran valor, en la época de oro, allá por los 80 y pico, conocí
a un grupo de caballeros del rugby que dirigían la entidad matriz de este deporte en el país.
Mucho fue lo que aprendí con él, amaba a su club Cristo Rey, pero jamás permitió que esa pasión por
el club interfiriera con sus deberes en la CD de la URP.
Era visita obligada para mí pasar por la Unión de Rugby para informarme de todo lo que acontecía, era
Osvaldo con Marta y Antonio los que me ponían al tanto.
Puede decirse que me trasmitió esa pasión por el deporte de la ovalada, esas ganas de hacer bien las
cosas y dar siempre un poco más.
Los Festivales de Rugby Infantil eran una fiesta del deporte y bajo su atenta mirada los niños de verdad
se divertían jugando al rugby.
Varias son las generaciones que hoy deberían homenajear a este noble Señor, que dio todo y más por
engrandecer el rugby paraguayo.
Hizo del rugby su vida y hoy que el rumbo a veces se ve perdido, debería volver y recordarle a los ahora
dirigentes (aquellos que él formo de niños, a hacer las cosas con pasión y honorabilidad.
Osvaldo Dionisi desde su querido Cristo Rey o desde la Unión de Rugby del Paraguay fue un pilar de
valores y espíritu deportivo.
Si estas letras llegan hasta él, que sean para su pronto regreso, el rugby paraguayo lo
agradecerá.
Leandro Lobrauco un Puma con corazón
Un hombre de rugby, sembrador de valores y buen espíritu deportivo en su ciudad natal Rosario, desde
los Pumas o en Italia, hoy el tiene la palabra.
Los Pumas para vos son...
Son el premio al esfuerzo, a la constancia. Jugar en Los Pumas es el resultado de la dedicación y la
perseverancia. También es representar a tu club y a tus compañeros que son los que te permiten llegar ahí. Es muy lindo poder representar a tu país.
¿Con que valores del rugby te identificas?
El compañerismo, el trabajo en equipo, el compromiso, respeto y responsabilidad.
El rugby en tu vida es...
El rugby forma parte de mi vida desde que tengo memoria, es algo que ya lo tengo incorporado, mi vida gira
en torno al rugby , mi papá era jugador, mi esposa me conoció jugador de rugby , mi hija mayor nació a donde nos llevó el rugby (Padova, Italia)... Jugué muchos años, ahora soy entrenador
en mi club (Atlético del Rosario) y también tengo la posibilidad de transmitir sus valores y sus oportunidades a través de Botines Solidarios.
¿Tercer Tiempo que significa para vos?
El
tercer tiempo es respeto mutuo y camaradería. Es el premio al esfuerzo y compartir con el que, con otra camiseta, hizo el mismo esfuerzo que vos para poder estar en una cancha.
Háblame del trabajo que haces con Botines Solidarios…
Botines es algo maravilloso. Es poder llevar la oportunidad de jugar al rugby a chicos que viven en lugares
donde nunca antes habían tenido la chance de jugarlo. Es poder devolver algo de todo lo que el deporte me dio en la vida. Es transmitir valores que a veces se encuentran perdidos y que el rugby
nos enseñó. Nos basamos en educar los valores del compromiso, respeto y responsabilidad.
Jugamos en tres polideportivos rosarinos, los de Barrio Las Flores, Parque del Mercado y Deliot. Son lugares
que están estigmatizados con la violencia y las pocas oportunidades. Pero de a poco vamos generando un cambio, rompimos barreras inter barriales, levantamos la autoestima, chicos que antes se
trataban muy mal hoy se dicen hermanos y saben lo que es empujar juntos hacia adelante.
¿Qué desearías que volviera del rugby de antes?
El rugby fue evolucionando y está bien que así sea. Las reglas hacen que cada vez sea más dinámico. No sé si
volvería al de antes. Lo que si se es que hay que seguir transmitiendo sus valores y buenas costumbres.
El rugby de hoy es....
Dinámico, más físico, pero a su vez se trabajan mucho las destrezas individuales. Es un deporte que para
jugar en el alto nivel hace falta dedicación máxima.
¿Tu club que significa en tu vida?
Es mi segunda casa, un lugar a dónde crecí y crecen mis hijas (tengo 3 mujeres!) , me dio mis amigos, me
formó como persona. Significa pasión, historia, diversión, contención y muchas cosas más.
.
¿Cuál fue tu momento más feliz en el rugby?
EL campeonato de URBA ganado con Plaza en 1996. Ese es el número uno, pero hubo muchos. Desde salir campeón
FIRA 1993 con Los Pumitas , ganar el Seven de Toulon 94 con Los Pumas, el campeonato de Plaza del 2000. Jugar en Italia (desde el 2000 a 2007). El debut en Los Pumas en el 96. Volver a jugar a la
primera de Plaza después de haber estado 7 años en Italia. Hasta poder compartir tantos buenos momentos, incluidos los campeonatos en Bermuda con los Pumas Classics.
“Transmitir valores y dar oportunidades de la mano del rugby”
POR: BOTINES SOLIDARIOS -
Foto: Botines Solidarios
Leandro Lobrauco, ex Puma, estuvo en La Tablada junto a Francisco Chávez para ultimar detalles de cara al 2° Encuentro de Rugby Social
“Lo que hacemos es ayudar y empujar a todo el rugby social, no solamente a barrios económicamente relegados sino también a clubes que no tienen competencia”,
expresó Leandro
Lobrauco. El evento forma parte del programa Rugby
Social Argentino desarrollado por la ONG iniciada
en el año 2009 por otro ex Puma, Ignacio “Nani” Corleto.
El objetivo del
programa es generar encuentros
regionales en todo el país para fortalecer a los distintos equipos de Rugby
Social. Estos conjuntos se desarrollan por fuera del circuito
clásico de los clubes. Entrenan en barrios, plazas, polideportivos o donde se encuentre elespacio
necesario para jugar.
Esto lleva a que estén alejados de
los torneos de rugby
federado, con requisitos formales
y económicos que se les hacen inalcanzables.
Cada encuentro ayuda a generar partidos para estos equipos y, a su vez, se les entregan materiales deportivos
junto a capacitaciones para
poder mejorar la práctica segura del deporte.
En cuanto a su experiencia desarrollando
Rugby en los Barrios de Rosario, Lobrauco remarca: “Uno
pensaba que el rugby en estos lugares iba a ser rechazado, pero todo lo contrario. Lo conocían y les gustaba, lo único que les faltaba era la posibilidad de jugarlo”.
“El
compromiso, el respeto y la responsabilidad es lo que pedimos que trasladen a la vida diaria”, continúa Leandro.
En la charla de lanzamiento del evento, donde hubo periodistas y autoridades del club, quedó claro que el rugby es
una gran herramienta de inclusión.
Los representantes de Botines
Solidarios coinciden que inculcarles valores,
sentimiento depertenencia y
de equipo, ayuda a elevar la autoestima.
Creen que además, el rugby es parte del proceso de educación de
los jóvenes. Respetar las
reglas, entender que sin el otro es imposible jugar, y tomar consciencia que
no se juega contra el rival, sino con él.
Ya está todo organizado para que el viernes
25 de marzo se dé el puntapié inicial del encuentro que convoca a más de 600
niños y jóvenes de la región que se benefician del deporte.
El club anfitrión, La
Tablada, y la Agencia
Córdoba Deportes están trabajando conjuntamente con Botines
Solidarios en la organización del encuentro. La colaboración de la Agencia, que donará 170 pelotas de rugby a los concurrentes, se encuadra dentro del lanzamiento de
la “Liga
Social de Rugby” y que tiene planificado realizar un total ocho
encuentros en el año para ayudar a los equipos de Rugby
Social de la ciudad de Córdoba.Banco
Hipotecario, Weber
Saint-Gobain y HSBC acompañan
a Botines
Solidarios durante el año y ayudan a hacer posible los programas.
Leandro Cohen un rugbier chaqueño que va sembrando rugby
El “loco” como cariñosamente se le llama en sus pagos es un hombre
amable, un filósofo del rugby, comenzó como jugador siguió como entrenador de su querido club Regatas y es muy común verlo en “la Isla” organizando un Tercer Tiempo, o colaborando en lo que hace
falta por el rugby que lo apasiona, para el va nuestro homenaje hoy, estas son algunas de sus frases.
Comencé a los 15 años venia
de un deporte exigente como el taekwondo, era un chico rebelde donde el rugby me enseño valores, respeto, a compartir todo, a jugar, aprendí a no traicionar a ser realista aprendí que el esfuerzo entre todos hacen que los trabajos
sean más rápidos y menos costosos.
Ya pase y realice mis metas
deportivas, entrene todas las divisiones de mi club, jugué al rugby hasta los 40 años en plantel superior.
Pienso que los Terceros
Tiempos deben compartirse, sentarse un chico de cada club para que tengan un verdadero intercambio de opiniones de camaradería y los entrenadores
junto al árbitro para ver qué diferencia encontraron unos de otros y así sacar conclusiones post partido que ayuden a mejorar el juego.
Debemos rescatar los
valores, encontrar el fuego que hay dentro ,emociones, pasión, superación, respeto, entusiasmo, valores
que crezcan día a día, lealtad ,respeto por el adversario ,compromiso ,tolerancia, solidaridad, juego de equipo donde todos somos iguales donde las
diferencias no existen donde no hay niveles solo un juego que une a los seres humanos.
Ahora viajó y enseñó rugby
en mi camino voy preguntando y enseñó dónde me necesitan, junte mis dos pasiones de libertad, las motos y las canchas de rugby.
Conocer gente unir agrupar
es algo tan lindo que no tiene nombre y a eso me dedico ahora.